jueves, 16 de octubre de 2014

Nunca prometimos nada.

Hubo un tiempo,
en el que nos dejamos llevar.
Disfrutar era nuestro lema
y la sonrisa nuestra arma secreta.

Ese tiempo en que...
en que todo lo absurdo,
servía para olvidar lo serio.
En que los días no pasaban,
si no que nosotros hacíamos pasar los días.
Cada amenecer,
deparaba un ocaso diferente
y cada puesta de sol nos sorprendía,
con despertar sin haber soñado.

Sin entender todavía como,
nuestros días se tornaron grises,
el sol ya no salía, ni se ponía.
Simplemente aparecía de vez en cuando,
sin llegar a darnos calor,
sin poder ni siquiera alumbrarnos.

Usando todo mi poder,
intenté abrir una brecha,
entre la sólida concentración de nubes.
Confíaba en regresar a aquellos días...
lo cierto es que me equivocaba,
Pues luchaba yo sola,
por algo que sería así hasta la eternidad.

Nunca me arrepentiré de nada,
pero tampoco miraré hacia atrás,
pues no merece mi mirada,
aquello por lo que no vale la pena luchar.

Luchar en vano,
no es luchar.
Luchar por aquello que no quiere vencer,
no es luchar.
Luchar sin sentir fuerza,
no es luchar.