domingo, 25 de noviembre de 2018

La liebre y el águila.

En el claro descampado,
junto a los árboles ya caídos,
miles de liebres corren sin sentido.

El miedo se apodera de sus carreras.
El nerviosismo dirige sus pasos.

Ellas tratan de superar el camino
silenciosas, camufladas,
sin dejar huellas,
sin hacerse oír.

El temor es hacia ÉL.

El águila acecha sigiloso,
desde una perspectiva
en la que a ellas les cuesta verle.

Espera el momento perfecto,
busca la desesperación,
el mínimo signo de alzar la cabeza,
para enganchar a su próxima presa.

Su sombra comunica su llegada,
como quien abre la puerta de su casa.

Los corazones de las hembras
laten desenfrenados,
el pánico invade sus venas,
así es siempre que la sombra del águila
se refleja,
pues saben lo que les espera.

Un arañazo que magulla la mitad de su cuerpo.
Un golpe contra el suelo para callar los chillidos.

De una madre que luchando grita,
por dejar a sus crías escondidas,

mientras siente como vuela hacia nada,

mientras siente como su vida se acaba.

viernes, 13 de abril de 2018

Mi verano en el invierno

Eres mi verano,
en este duro invierno.

Si tus ojos me miran,
me inunda el calor;
como el sol a la montaña,
cuando se viste de gélido espesor.

¿Dónde estarán las flores,
que no se atreven a salir?

Tienen miedo de que hayan cambiado
por diciembre, el tierno abril.

En este mundo loco,
que no me deja ir a por ti;
en esta loca cama,
donde no soy capaz de dormir.

Y es que es duro el frío hielo,
hasta que templa con calor.
Y es que es frío el duro invierno,
hasta que me arropa tu dolor.

Ocupa aquí tu hueco,
el vacío que dejaste al ir.
Vuelve donde siempre te quise,
y de donde nunca debiste ir.

Ese hogar que construí contigo
para recuperar los veranos perdidos.

Ese hogar que escribimos juntos,
a pesar de no tener un camino.