lunes, 2 de septiembre de 2013

Amor, amor, amor.

Si es verdad que el amor existe,
¿porqué nos empeñamos en destruirlo?

Cada día nos esforzamos por encontrar a una persona,
una persona que mas allá de caricias y besos,
nos de confianza, seguridad,
cariño, sinceridad,
lealtad y compromiso.
Esa persona que nos acompañe en el camino,
pero sobre todo,
que nos ayude a construirlo;

y sin embargo,
una vez que la tenemos,
no sabemos cuidarla.

No sabemos apreciar lo que la otra persona hace por nosotros,
superamos nuestros propios límites,
por gente que no nos valora ni la mitad de lo que somos.

¿Y todo esto porqué?
Una especie de pacto entre tu cabeza y tu corazón,
que no te deja ser feliz por haberte equivocado de opción,
una sensación de querer y no poder,
porque pensaste que nada cambia,
que todo sería como el primer día.

Y ahora que todo cambió,
no eres capaz de afrontarlo,
de empezar de cero
y seguir buscando algo más lejos del amor,
tu bienestar y tu propia felicidad.

Ojalá todo en la vida fuera más fácil,
que siempre sumaramos dos más dos y nos diera cuatro,
que hubiera más grises entre el blanco y el negro,
que cuando eligieramos cara,
pudieramos cambiar a cruz.

Pero el amor no entiende de nada,
y a la vez lo entiende todo,
destruimos lo que nos llena,
para seguir sintiéndonos vacíos.

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