lunes, 20 de enero de 2014

Y sin querer te hace daño.

Levantas la vista,
los campos ardiendo.
fuego de vida, de muerte
de injusticia, de frialdad.

Cómo ha empezado
es todo un misterio,
de como terminará,
todo el mundo es consciente.

Los paraísos antes naturales,
ahora desolados están.
No queda alma viva
entre los matorrales;
y los árboles llenos de cenizas morirán.

Sin poder pararlo
nos quedamos a observar,
como aquellas olas de fuego
desalojan aquel lugar.

No dejan a su paso
más que desierto y oscuridad.
Una paz en guerra;
en silencio por las vidas
y gritando por las muertes.

El sol abrasador de aquellos días,
el que te tumbabas a disfrutar,
el que te calentaba día a día,
ahora lo observas sin ver nada.

Porque es el propio sol
quien te ciega al mirarlo;
tan querido por todos,

tan dañino al mimarlo. 

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